Bajé del coche, miré mi reloj de pulsera y vií que eran las 23.00, la noche se presentaba un tanto extraña, normalmente a esas horas me hubieran llamado para hacer alguna intervención policial, en un suburbio perteneciente a algún barrio del extrarradio que todo el mundo intentaba evitar, salvo a los temerarios como yo, que les encanta bailar con el diablo.

Me encontraba sólo, en un par de horas habría terminado, así que me dije voy a pasar por Tropic Club, del que era íntimamente amigo del camarero llamado Juan o comúnmente llamado Juanito.
Juanito es de esos hombres barrigudos, con bigote, donde las arrugas marcan y agudizan, una sonrisa coronada por un bigote frondoso y caneado, un rostro que presenta calidez, honestidad y sobre todo una tez de haber trabajado bastante.


Siempre que entró en el club esta limpiando con un paño las copas y una vez más así estaba, intentando que brillarán al máximo, yo le miré y dije: Juanito, ponme lo de siempre y el contestó: enseguida ¿Cómo va la noche? Y le dije: rara, Juanito, bastante rara… todavía no he bailado…
Juanito me replicó: no siempre a uno le piden bailar, miralo de esta forma es un descanso, el cual no te viene nada mal.
A lo cual esbozé una sonrisa y me puse a beber mi Jack Daniels.




Continuará....